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Litigación Oral

La preparación del testigo. Tercera parte

Durante las últimas semanas, hemos compartido algunas ideas sobre la importancia de la preparación del testigo. Antes de continuar -y, a modo de repaso- veremos qué sucede cuando el testigo nos oculta información:

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Ahora, imaginemos que eso sucede en medio del juicio, ¿cuánta credibilidad ostenta nuestro testigo? y ¿cómo lo rehabilitamos si no sabemos qué más nos oculta? En las líneas siguientes desarrollaremos algunos puntos adicionales que esperamos sean de su interés:

1. Explicarle qué haremos cuando el testigo no recuerde algún punto importante o se contradiga. ¿Cuántas veces nos ha sucedido que el testigo olvida alguna parte del relato? Si no lo preparamos frente a este escenario, es muy probable que el testigo nos ponga en aprietos. Así, será importante que remarquemos que si no recuerda algún punto, debe decirlo pues si no lo hace y dice por ejemplo «no lo sé», no podremos emplear las técnicas adecuadas para refrescar la memoria.

De la misma forma, le explicaremos que si entra en contradicciones con lo que dijo antes (declaración previa), emplearemos técnicas para superar su contradicción. Es muy importante que entienda este punto pues, de lo contrario, no faltará el testigo que crea que lo queremos ridiculizar y no ayudará a su rehabilitación.

2. Explicarle cómo se incorpora la prueba material al juicio. Si nuestro testigo es, por ejemplo, el perito que recogió una evidencia o el policía que incautó el arma del criminal, en la fase de preparación le explicaremos la importancia de incorporar dicha prueba a través suyo. En otras palabras, le explicaremos cuáles son los pasos para el reconocimiento de la prueba en juicio, su incorporación y cómo el testigo la «hará hablar». Nos encontramos en un sistema en el que las pruebas «no hablan» por sí solas sino a través de los testigos. Obviamente, el abogado debe conocer cuáles son los pasos para su incorporación pues, de lo contrario, se expondrá al cuestionamiento de la contra parte o el rechazo del juez. Si el testigo no sabe cómo incorporaremos las pruebas aludidas -y no tendría por qué saberlo si no le hemos explicado el procedimiento-, no podrá ayudarnos y, nuevamente, nos veremos en aprietos.

3. Explicarle cómo se realizará el contrainterrogatorio. Muchas veces nos concentramos en la preparación del interrogatorio (acreditación, relato de hechos, incorporación de prueba material a juicio, etcétera) y nos olvidamos de preparar a nuestro testigo para el contra examen. Debemos advertirle que, por lo general, nuestra contraparte será agresiva u hostil con él o, por lo menos, que no será tan cómodo como en el interrogatorio.

Es recomendable explicarle que en esta fase, tratarán de cuestionar su credibilidad como testigo o su relato y que, en consecuencia, debe estar muy atento a las preguntas y pensar «bien» antes de responder. No le diremos que cambie o modifique su respuesta pero sí que mantenga la calma pues producto de los ánimos agitado podría errar al contestar. Le explicaremos que nosotros estaremos atentos y si es necesario, haremos uso del re-directo para aclarar algún punto del contraexamen.

Recomendación adicional: Muchas veces los testigos se desesperan y responden muy rápidamente quitándonos la oportunidad de objetar las preguntas mal formuladas. Ante este escenario, es aconsejable sugerirle que en el contra examen nos de un lapso de tiempo muy breve (de escasos segundos) para objetar la pregunta si lo consideramos necesario. Si responde inmediatamente, limitará esta posibilidad.

4. Entregarle una copia de sus declaraciones previas. Si la legislación se los permite, es recomendable entregarle al testigo una copia de lo que declaró a nivel policial o fiscal. No queremos que el testigo memorice lo que va a decir pues ese no es el objetivo del interrogatorio sino que repase o recuerde algunos hechos, cifras o fechas que, por el paso del tiempo, pudo haber olvidado. Debemos aclararle al testigo -salvo que sea el perito- que no podrá declarar llevando documento alguno consigo pues en el juicio no se espera (ni se desea) que vaya a leer lo que declaró sino a contestar, en sus propias palabras y de forma espontánea, las preguntas que le formulen.

5. Practicar. Aspecto medular de la preparación del testigo. Si no practicamos, no sabremos cuál será el performance del testigo en juicio. Al practicar, recomendamos iniciar con preguntas destinadas a la acreditación y continuar con la línea cronológica o temática que estructura nuestro interrogatorio. De ser posible, simulemos una audiencia (que un abogado asuma el rol de nuestra contra parte y otro de juez) pues esto le permitirá tener una idea próxima sobre lo que le espera en el juicio. Si no es posible, practiquemos únicamente desde nuestra posición pero tratando de emular una audiencia real.

Esperamos encuentren útiles estas breves recomendaciones. Además, nos gustaría conocer su opinión y saber si tienen algún consejo que quisieran compartir o algún tema que propongan abordar.

Hasta la próxima!

Por: Ricardo Elías | @eliaspuelles

La preparación del testigo. Segunda parte

La semana pasada resaltamos algunos puntos a tener presente en la fase previa a la preparación del testigo que llevaremos a juicio. En esta entrada, esbozaremos algunas ideas sobre la reunión misma para maximizar la utilidad del testimonio y minimizar el impacto del contrainterrogatorio de nuestra contraparte.

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Debemos de tener presente que las siguientes son recomendaciones para la preparación del testigo. No somos partidarios de adoctrinarlo o aleccionarlo pues la ética nos lo impide. No queremos que el testigo mienta por nosotros ni que cambie su versión por la más cómoda para nuestra Teoría del Caso. Rechazamos esta posición. Dicho esto, revisemos algunas recomendaciones:

1. Agradecer su presencia. Asistir a declarar como testigo a un juicio es una situación estresante. Quizás como fiscales o defensores estemos acostumbrados a participar en ellos pero nuestros testigos, no. Por esta razón, será labor de un buen litigante transmitir confianza y seguridad para ayudarlos a sobrepasar este momento. No olvidemos agradecer su presencia en la reunión y su predisposición a colaborar con nosotros en juicio. Muchas veces, por la rutina, olvidamos este punto y simplemente nos limitamos a recibirlo e iniciar la práctica del interrogatorio. La empatía es muy importante.

2. La sala de audiencias. Recuerdo que a mi primera audiencia llegué muy temprano y no sabía dónde debía sentarme pues la Sala estaba vacía. Frente al Tribunal pero ¿a la derecha o a la izquierda? Lo mismo les pasa a los testigos y nuestra labor será evitar que estén desorientados el día del juicio. Aunque parezca irrelevante, muchos preguntan dónde está el juzgado, cómo llegar, por dónde entrar, qué deben llevar, dónde deben esperar y dónde deben ubicarse en el juicio. Es muy saludable absolver estas preguntas en la reunión previa para evitar contratiempos el día del juicio.

Comparo una sugerencia adicional, formulada por maestros mexicanos con quienes tuve el placer de dictar un taller: Lleven al testigo a una audiencia real donde ustedes participen para que se familiarice con la ubicación de las partes y con la dinámica del juicio. Sé que nuestras agendas muchas veces estarán muy apretadas pero esta pauta le servirá mucho a nuestros testigos.

3. Familia y formación. Que el testigo nos cuente sobre su familia y sobre su formación académica o laboral no sólo nos permitirá conocer qué información introduciremos en la fase de acreditación del interrogatorio sino también le generará un espacio de tranquilidad. El testigo está compartiendo datos que domina pues pertenecen a su memoria autobiográfica. Escuchémoslo y no olvidemos que hemos hecho nuestra tarea: averiguar sobre él para, llegado el momento, preguntarle sobre aquella información que quizás olvidó y que, para nosotros, es importante.

4. Denuncias, faltas o quejas. Tan importante como conocer las fortalezas del testigo, es advertir cuáles serán sus debilidades. El testigo debe saber que si nosotros no conocemos qué denuncias, faltas o quejas pueden haber en su contra, no podremos auxiliarlo en el juicio. Es importante transmitirle confianza al testigo y recordarle que quizás nuestra contraparte tenga información sobre él que nosotros, no. Por eso, al conocer sus debilidades, podremos emplearlas estratégicamente: ¿le preguntamos sobre dichas falencias en el interrogatorio o las evitamos?, ¿las presentamos al inicio, al medio o al final del examen?, si nuestra contraparte pregunta por esa información, ¿pedimos explicación en el re-directo o no?

Pongamos un ejemplo: El testigo no le dice al defensor que tuvo una denuncia por estafa y la fiscalía lo sabe, le pregunta e incorpora esta información a juicio. Como el testigo no brindó esta información en la fase de preparación, para el litigante sería muy riesgoso preguntarle ¿qué pasó con la denuncia? pues quizás haya sido archivada, esté en investigación o lo hayan condenado. En cambio, si el litigante conoce previamente esta información y sabe, por ejemplo, que fue archivada, le podrá preguntar sobre ella y el estado en el que se encuentra. En otras palabras, anticipa una debilidad y la transforma en una fortaleza.

5. Hechos que recuerda. El eje central de la reunión previa con el testigo gira en torno a este punto. Solicitaremos que nos cuente todo lo que recuerda en torno a los hechos que presenció o que conoce. Le pediremos que relate los hechos y no lo interrumpiremos con preguntas o anotaciones pues fomentaremos la narrativa libre. Es importante evitar distraerlo pues lo que queremos es escucharlo. Tampoco debemos inducirlo poniendo palabras en su boca que él no ha dicho pues no debemos engañarlo ni hacerlo mentir.

Cuando haya terminado este relato, recién formularemos preguntas y tomaremos notas sobre aquellos puntos importantes. ¿Qué tipo de preguntas emplearemos en este diálogo? Las abiertas; es decir: ¿qué?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿por qué?, ¿para qué?, ¿cómo?, explícanos, cuéntanos, relátanos, etcétera.

6. Lenguaje recomendado. En el video, vimos que Erin Brockovich «pierde los papeles» y grita «ese idiota rompió mi maldito cuello«. La expresión de su abogado demuestra cuánto les perjudicó este exabrupto. En la fase de preparación no sólo le recomendaremos al testigo evitar este tipo de comportamientos sino también le explicaremos que el lenguaje que debe emplear, debe ser sencillo, claro y directo. Acabamos de escuchar su narración (libre y espontánea), ya sabemos qué expresiones emplea -sean jergas o tecnicismos- y estaremos atentos a ellas en el interrogatorio. Le sugeriremos que no las emplee pero si las usa, pediremos su aclaración: Disculpe, ¿a qué se refiere cuando dice caminaba «achoradamente»?

Todos tenemos nuestros modos de expresarnos y formas de hacerlo. No intentemos «disfrazar» al testigo, no lo podremos lograr. Tampoco lo queremos hacer pues le quitaría naturalidad al testimonio.

En la próxima entrada profundizaremos la entrevista previa al testigo y daremos algunas recomendaciones frente a posibles olvidos, contradicciones y cómo afrontar el contra-interrogatorio. Esperamos que estas ideas les resulten útiles y que compartan sus comentarios, preguntas o sugerencias.

Por: Ricardo Elías | @eliaspuelles

La preparación del testigo. Primera parte

El juicio oral es la etapa central del proceso pues tanto el fiscal como el defensor presentarán sus respectivas teorías del caso a través de los alegatos de apertura y las comprobarán con los medios de prueba ofrecidos y admitidos en la etapa intermedia. En este sentido, los testigos juegan un papel muy importante pues si bien no debemos esperar que aparezca el testigo estrella con el que ganemos el caso, es probable que su o nuestra falta de preparación nos ponga en aprietos.

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Enfrentar un juicio oral no es improvisar. Por eso, en las líneas siguientes, compartiré algunos consejos sobre cómo prepararnos antes de recibir al testigo que llevaremos al tribunal:

1. Revisar nuestra teoría del caso para saber cuál es la importancia del testigo en ella. ¿Cuántas veces nos ha pasado que hemos citado a un testigo y no tenemos claridad sobre su utilidad en juicio? La revisión debe ser antes que el testigo se reúna con nosotros pues así evitaremos hacerle perder el tiempo y maximizar el poco tiempo que disponemos.

2. Revisar las declaraciones previas que el testigo rindió durante la investigación. No esperemos que el testigo llegue a nuestra oficina o despacho para recién revisar lo que dijo a nivel preliminar o revisar en qué actuaciones participó. Esto es poco serio. Un buen litigante debe revisar la carpeta o el expediente y saber en cuántas oportunidades participó el testigo. Por ejemplo, si es policía, qué actas firmó, qué declaraciones rindió, etcétera.

3. De ser posible, tener un folder o una carpeta que recoja las declaraciones o documentos firmados por nuestro testigo. Imaginemos que nuestro testigo rindió 04 o 05 declaraciones, que participó en 02 o 03 actas de inspección, que firmó 04 o 05 actas de hallazgo, que elaboró 05 o 06 actas de incautación, que declaró varias veces en prensa escrita y un largo etcétera. Necesitamos ordenarnos. De nada sirve tener a la mano copia de todos los tomos que forman parte de la carpeta y señaladas sus intervenciones con banderitas o post it. Tener un folder independiente nos permitirá manejar la reunión con orden y rapidez. Además, podemos tener un índice en el que señalemos (i) tipo de diligencia, (ii) fecha, (iii) dónde se realizó y (iv) quiénes participaron.

4. Averiguar información extra sobre nuestro testigo. Sí, cuando el testigo llegue a la cita, indagaremos información relacionada a su acreditación. Sin embargo, es muy útil googlearlo pues quizás esta búsqueda nos arroje datos importantes sobre publicaciones suyas, noticias o declaraciones adicionales que haya rendido, noticias «comprometedoras» que, como los abogados que ofrecimos al testigo, deberíamos conocer. No estamos invadiendo su privacidad y si nosotros no lo hacemos, nada nos asegura que nuestra contraparte lo haga y lo emplee en el contra-examen. Si sus países lo permite, en Perú es posible, podemos solicitar el registro de denuncias policiales, fiscales o antecedentes judiciales a fin de conocer eventuales procesos que tenga y que nuestra parte pueda emplear para desacreditarlo.

5. Preparar un ambiente adecuado. Quizás no tengamos instalaciones de lujo o un espacio especialmente diseñado para la preparación de testigos pero debemos seleccionar y preparar un ambiente cómodo. Puede ser la sala de reunión de nuestra oficina o, si somos fiscales, un ambiente en nuestro despacho. No debe suceder que el testigo llegue a la reunión y recién busquemos dicho espacio -alguna vez vi que un abogado se limitó a limpiar su escritorio y acercar una silla porque olvidó la cita-. Lo ideal es que sea un espacio en el que no haya distractores (evitar, por ejemplo, una sala transitada) y, si es posible, ubicar la silla del testigo de espalda a la puerta para maximizar su atención hacia nosotros. [En una próxima entrada escribiré más al respecto].

6. Agendar la reunión. Lo peor que nos podría pasar es que el testigo llegue a nuestra oficina y nosotros no estemos porque lo olvidamos o porque se nos «cruzó» con alguna diligencia o con otra reunión. Tenemos muchas herramienta para evitarlo: usar una agenda, agendarlo con nuestra secretaria o asistente, usar el google calendar, etcétera. El testigo merece respeto y, además, es quien nos ayudará a comprobar las proposiciones fácticas de nuestra teoría del caso.

En la próxima entrada, brindaremos algunos consejos sobre cómo debemos dirigir la reunión en la que prepararemos al testigo.

 

La enseñanza de la Teoría del Caso

Lionel Hutz - Los Simpsons
No esperemos perder un juicio para comprender la necesidad de trabajar metodológicamente. Rompamos paradigmas y enseñémosle a nuestros alumnos a hacerlo también.

La enseñanza de la Teoría del Caso. Perú adoptó el Nuevo Código Procesal Penal en el 2004 y con ello optó por cambiar progresivamente el sistema inquisitivo por el acusatorio de rasgos adversariales. Dos años después, Huaura fue el primer distrito judicial en implementarlo. Han transcurrido casi 10 años y sólo Lima y el Callao no cuentan con este instrumento procesal. Lamentablemente, este cambio no ha sido acompañado de una reforma educativa superior. Todo lo contrario, en muchas universidades peruanas el curso de Litigación Oral mantienen una metodología educativa inadecuada y ya obsoleta para este tipo de materia: clases magistrales en las que el docente imparte conocimiento (o «saber sabio») y los discentes son meros receptores. Es más, se organizan seminarios, cursos, diplomados y talleres «especializados» en litigación oral dejando de lado el aspecto más enriquecedor: la práctica de la litigación oral. Así, los expositores se limitan a explicar qué es, por ejemplo, la teoría del caso o los alegatos de apertura y los asistentes únicamente suman horas de conocimiento pero no de práctica. El resultado: no hay un espacio adecuado de enseñanza / aprendizaje y no se desarrollan o fortalecer competencias propias del cambio de sistema.

Hace poco fui invitado a colaborar con la redacción de un artículo que ha sido publicado en el primer número especializado en Derecho Penal de la Revista Themis. El artículo lleva por nombre «No todos los caminos conducen a Roma: La teoría del caso, su utilidad en la litigación oral y una propuesta de enseñanza». Con él pretendo transmitir algunas ideas relacionadas al cambio de paradigma que debe operar en la enseñanza superior tomando como ejemplo la enseñanza de la teoría del caso. Espero que esta pequeña contribución sea útil a quienes, como yo, fueron seducidos por la docencia universitaria y buscan enriquecer sus clases con herramientas didácticas.

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